Convocatorias

Tensiones de la lengua diaspórica: escrituras atravesadas por el exilio y la migración

Migraciones, diásporas, exilios. Según el abordaje metodológico, la terminología a veces se presenta rigurosa en definiciones; otras veces, continúa los vaivenes del tráfico y del tránsito que presentan los casos. Lo cierto es que la historia se ha movido al ritmo de los desplazamientos migratorios de comunidades, imperios o “avanzados” y pioneros. Se trata, entonces, de un movimiento prácticamente fundante de sociedades, culturas e incluso de quiebres epistemológicos, que estructuraron el relato del proceso histórico de la humanidad. Nuestra región, como resultado de su historia colonial, ha sido, además, escenario propicio de traslados, migraciones y también expulsiones. De hecho, en las últimas décadas ha experimentado distintas series de movimientos diaspóricos. Por un lado, los regímenes dictatoriales de siglo XX expulsaron a un contingente significativo; pero éste intentó dotar de sentido afirmativo el “no-lugar” del exilio asumiéndolo como un espacio de pronunciamiento. Esa positividad no se generó automáticamente. Los canales para poder elaborar discursos que articulen la violencia de la pérdida y el cronotopo bifurcado del exilio fueron motivo de reflexión de los mismos sujetos y acontecimiento de su escritura. Escritores como Daniel Moyano, Antonio di Benedetto o Juan Gelman, exiliados durante la última dictadura argentina, expresaron que, durante los primeros años de exilio, no podían escribir. Otros, como Augusto Roa Bastos (miembro de la importante comunidad paraguaya en el exilio), al contrario, conjugaron a partir de la extrañeza una lengua literaria. Ante esta situación, Ana Pizarro se preguntaba, en los ochenta, si la literatura que latinoamericanos escribían en Europa o Estados Unidos no era una continuación de lo que escribieron los jesuitas, “el gran exilio de fines del siglo XVIII” , como escritura latinoamericana pero extrañada de su contexto latinoamericano, lo que también implica el extrañamiento de su lengua. En todo caso, el escritor resalta (porque es constitutivo de su oficio) el movimiento paratópico –en términos de Maingueneau–, fuera de lugar, de la literatura. Paralelamente y más allá de lo estrictamente literario, el ejercicio de la política y la militancia de modo remoto obligaba a la profusa elaboración de publicaciones, revistas, documentos, panfletos, cartas, para reponer –mediante la inscripción diferida de la escritura– la distancia respecto del centro de intervención –la patria– perdido o diferido. Por otro lado, más cerca de nuestra actualidad, las crisis políticas y económicas de las democracias post-dictaduras generaron una continuidad en los desplazamientos. A partir de esto, algunos teóricos contemporáneos consideran el exilio y la migración como símbolos de nuestro tiempo (Chambers, Appadurai, entre otros). Esta situación nos actualiza ante los fenómenos de contacto cultural que siguen poniendo en movimiento la lengua. En nuestro mismo continente, asentado sobre una lengua principal en casi toda su extensión, proliferan las hibridaciones del portuñol o guarañol, el spanglish o los distintos jopara entre las lenguas originarias y las hegemónicas. A su vez, las violencias –políticas, económicas, sociales– que suelen motivar los grandes desplazamientos siguen alimentando tomas de posición en torno al destierro que dan lugar a un campo discursivo más o menos caracterizable a partir de la enunciación de la pérdida, la bifurcación geográfica, la conciencia fragmentaria y la construcción de distintas subjetividades de la migración. En relación con esto, en las últimas décadas, con la proliferación de los estudios culturales y poscoloniales, también se desarrollaron los diaspora studies, como otro campo para evaluar el contacto intercultural y, en relación con ello, subjetividades y experiencias de la subalternidad. Este enfoque se propone pensar, a partir de las diásporas, modelos de hibridación cultural, descentramientos de la noción de identidad y de la relación centro-periferia. Además, las diásporas han sido un factor central para los fenómenos de mezclas, contactos y/o conflictos lingüísticos, al punto que una historia de la lengua es también una historia de las masas migratorias. De modo que este dossier pretende dar cuenta de esas tensiones que trazan la migración y el desplazamiento en la lengua y la escritura. Invitamos a enviar colaboraciones que retraten estas cuestiones, ya sea de colectivos migrantes, de escrituras que subjetivizan esa experiencia, o de lenguas intervenidas por la mezcla.
Responsable: 
Editora: Susana Ortega de Hocevar. Compiladora: Carla Daniela Benisz
Correo electrónico de contacto: 
Fecha límite: 
30-6-2024

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